miércoles, 22 de enero de 2020

148. ELI Y SUS HIJOS.


“No hay maldición más grande en una casa que la de permitir a los niños que hagan su propia voluntad”. PP

LOS HIJOS DE ELÍ ERAN HOMBRES IMPÍOS, HOMBRES IMPÍOS.
12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová. 13 Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes, 14 y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí.  De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. 15 Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. 16 Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. 17 Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová. 
1 Samuel 2:12-17.

* Literalmente, "hijos sin valor".  Así describe Moisés a los que instaban a sus prójimos a servir a otros dioses (Deut. 13: 13).  En los primeros días de los jueces, el levita que salió de viaje de Belén se detuvo para pasar la noche en Gabaa y fue acometido por unos "hijos de Belial" (Juec. 19: 22 RVA).  
En el NT "Belial" se usa como un equivalente de Satanás (2 Cor. 6: 15).  

Así como José fue colocado en el seno de la degeneración cortesana, también Samuel creció rodeado por un sacerdocio degenerado, "en medio de una generación maligna y perversa" (Fil. 2: 15).

Habiéndose rendido a las malas pasiones, Ofni y Finees no tenían el debido concepto del Dios a quien debían servir.  No disfrutaban de comunión con él, no simpatizaban con sus propósitos y no sentían su obligación para con él. 

 Meramente usufructuaban los cargos que tenían por derecho hereditario para su propio egoísmo y sus fines corruptos.  
Robaban al pueblo para complacer sus apetitos personales.  
Robaban a Dios no sólo de la parte que les correspondía en los sacrificios, sino también menoscababan la reverencia y el amor de los adoradores.  
Mediante sus viles concupiscencias rebajaban el servicio del Señor ante los ojos del pueblo al nivel de las orgías sensuales de los bosquecillos de ídolos vecinos. 

 PERO DIOS PERMITE que un alma sea colocada en medio de circunstancias tales para probar al universo que un mal ambiente no determina necesariamente el destino de un alma.  

Conociendo el espíritu codicioso de Judas, nadie pensaría hoy en colocarlo como tesorero.  Sin embargo Jesús así lo hizo (DTG 260, 261). 

 Tenía el propósito de que Judas quedara tan impresionado con cosas mucho más valiosas, que se entregara de todo corazón a su Salvador. Jesús amaba a Judas y hubiera querido convertirlo en uno de los principales apóstoles.
(ver DTG 261).

PERO ELLOS NO OYERON LA VOZ DE SU PADRE
22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes?  Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes.
24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.
25 Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él?  Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir. 
1 Samuel 2:22-25

ELÍ ERA MUY VIEJO.
Un fragmento del libro de 1 Sam. encontrado en la cuarta cueva de Khirbet Qumrân y publicado en 1954 dice: "Elí tenía noventa años".  Albright piensa que se trata de una transposición del pasaje del cap. 4: 15 donde en la LXX se lee "noventa" como la edad de Elí cuando murió.  Sin embargo, el nuevo fragmento no indica que tenía 90 años cuando murió, sino cuando Samuel ya había estado a su servicio durante algún tiempo.

PERO ELLOS NO OYERON.
El ministerio de los hijos de Elí contrasta aquí con el de Samuel.  Este ganaba el favor tanto de los hombres como de Dios; Ofni y Finees no respetaban las instrucciones del Señor y hacían oídos sordos a los consejos de su padre.  Todos los hombres son seres morales libres.  Si eligen reposar bajo la mano poderosa de Dios (1 Ped. 5: 6), son ensalzados a su debido tiempo; pero si eligen seguir sus propios deseos, inevitablemente cosecharán el fruto de un proceder tal.

JEHOVÁ HABÍA RESUELTO HACERLOS MORIR.
Habían rechazado el control protector de Dios, elegido sus propios senderos de egoísmo y desechado deliberadamente el consejo del cielo.  Al apartarse del ángel de Jehová (Sal. 34: 7), sellaron su propia condenación.  Fueron los filisteos los que los mataron (1 Sam. 4: 10, 11); sin embargo Dios permitió su muerte porque habían rehusado seguirle. 

"DIOS NO ASUME NUNCA para con el pecador la actitud de un verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia, para que recojan los frutos de lo que sembraron" (CS 40). 
¡Tal fue el caso de Judas! ¡Tal será el caso de todos los que rechazan las súplicas del Espíritu Santo! CBA

ELÍ Y SUS HIJOS “UN EJEMPLO PELIGROSO” *
No oyeron la voz de su padre. (1 Sam. 2: 25).
Elí era sacerdote y juez de Israel. Ocupaba los puestos más altos y de mayor responsabilidad entre el pueblo de Dios. Como hombre escogido divinamente para las sagradas obligaciones del sacerdocio, y puesto sobre todo el país como la autoridad judicial más elevada, se le consideraba como un ejemplo, y ejercía una gran influencia sobre las tribus de Israel. Pero aunque había sido nombrado para que gobernara al pueblo, no regía bien su propia casa. . .

AMABA TANTO LA PAZ Y LA COMODIDAD, que no ejercía su autoridad para corregir los malos hábitos ni las pasiones de sus hijos. Antes que contender con ellos, o castigarlos, prefería someterse a la voluntad de ellos, y les cedía en todo. En vez de considerar la educación de sus hijos como una de sus responsabilidades más importantes, trataba el asunto como si tuviera muy poca importancia.

EL SACERDOTE Y JUEZ DE ISRAEL no había sido dejado en las tinieblas con respecto a la obligación de refrenar y disciplinar a los hijos que Dios había confiado a su cuidado. Pero Elí se sustrajo a estas obligaciones, porque significaban contrariar la voluntad de sus hijos, y le imponían la necesidad de castigarlos y de negarles ciertas cosas...

La maldición de la transgresión era patente en la corrupción y la impiedad que distinguían la conducta de sus hijos. No apreciaban debidamente el carácter de Dios ni la santidad de su ley. El servicio de él era para ellos una cosa común. Desde su niñez se habían acostumbrado al santuario y su servicio; pero en vez de volverse más reverentes, habían perdido todo sentido de su santidad y significado.

 EL PADRE NO HABÍA CORREGIDO la falta de respeto que manifestaban hacia su propia autoridad, ni había refrenado su irreverencia por los servicios solemnes del santuario; y cuando llegaron a la edad viril estaban llenos de los frutos mortíferos del escepticismo y la rebelión...

NO HAY MALDICIÓN más grande en una casa que la de permitir a los niños que hagan su propia voluntad. Cuando los padres acceden a todos los deseos de sus hijos y les permiten participar en cosas que reconocen perjudiciales, los hijos pierden pronto todo respeto por sus padres, toda consideración por la autoridad de Dios o del hombre, y son llevados cautivos de la voluntad de Satanás.
 (Patriarcas y Profetas, págs. 621, 622, 626).


EN ESTOS TIEMPOS, la educación de los hijos está en crisis. Porque el estado se ha entrometido en gran parte del mundo y está educando a los hijos, como Eli hizo con sus hijos. Es fácil ver qué futuro tendrán esta futura sociedad.
 Pero los que creemos en Dios 
¿También lo haremos así?

ELI era una buena persona, servicial, amable, oportuno…etc. Pero tenía los mismos genes de su ancestro Aaron cuando cedió a la voluntad del pueblo apostata en el desierto.
Era débil de espíritu, no sabía decir no.  
Dio buen ejemplo a sus hijos, instrucción, pero no los corrigió, cuando eran niños. Hoy ya joven ya no era posible. 

“Una educación solo de palabras 
y buen ejemplo logra poco”. 

Lo correcto es: Instrucción en los principios divinos, Buen ejemplo Y La Disciplina implícita y como último recurso la disciplina explicita.

Que Dios nos ayude a hacer mejor nuestra labor como padres. Para educarlos conforme a los principios divinos.

Recuerden: Los hijos son herencia de Jehová... 
Salmo 127:3, y no es; nuestra propiedad. Un día le daremos cuenta de nuestra paternidad. Amen. 
Ministerio Hno. Pio

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