12 Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová. 13 …y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.1 Samuel 7.
Para que aquel acontecimiento no fuese olvidado, Samuel hizo erigir, entre Mizpa y Sen, una enorme peña como monumento recordativo. La llamó Eben-ezer, "piedra de ayuda," diciendo al pueblo: "Hasta aquí nos ayudó Jehová." PP
EBEN-EZER.
Literalmente, 'ében ha'ézer, "la piedra de la ayuda", lo que evidentemente 483 se refiere a la liberación providencial recién mencionada. Así como la ayuda había sido específica, también el recordativo debía ser de una forma definida y permanente. El hecho de que Dios los hubiera liberado de los enemigos en esa ocasión era tan sólo una prenda de futuras intervenciones de la Providencia. Samuel quería que los israelitas comprendieran que el Señor los asistiría siempre si tan sólo le obedecían día tras día, y no sin tomar en cuenta su proceder subsiguiente.
Es bueno que el cristiano vuelva constantemente a los Eben-ezeres de la vida, donde sobrevinieron liberaciones providenciales, para desconfiar de sí mismo y alcanzar una entrega plena y confianza en Dios.
LA MANO DE JEHOVÁ.
El mismo incidente providencial puede ser tanto una bendición como una desgracia. Una bendición para los que se entregan a la mano guiadora del Señor, y una desgracia para los que eligen servir al yo. La misma tormenta significó una victoria para los indefensos israelitas, y una derrota para los filisteos, que confiaban en la fortaleza de dioses falsos y en las proezas de sus propios ejércitos. La misma columna de la presencia de Dios que proyectó luz sobre los ejércitos del Señor envolvió en oscuridad a las huestes egipcias. Quizá los filisteos llegaron a la conclusión de que Baal -el dios de las tormentas (ver pág. 42)- ahora estaba luchando contra ellos y a favor de los ejércitos de Israel. Pero, debido a su renovada relación con Dios, los israelitas se beneficiaron de la creencia pagana tradicional y consumaron completamente su victoria sobre los enemigos.
Así fue entonces; así es hoy día. El hombre llega al punto en que reconoce que su vida es sumamente desagradable. Se encuentra atado a sus ídolos, cualesquiera sean. Se da cuenta de la inutilidad de los hábitos que ha cultivado, los motivos que ha abrigado y los deseos que ha complacido. Es atraído a la comunión que ve que otros disfrutan con Dios, así como Israel vio en Samuel durante esos 20 años. Renuncia a su vida pasada y confiesa su incapacidad para transformarse por sus propios esfuerzos. Entonces se rinde al Espíritu Santo y descubre que ha adquirido dominio propio al aceptar la ayuda espiritual que Dios le da para capacitarlo a fin de que alcance una vida superior. Los fracasos pasados se convierten así en peldaños. Los valles de Acor se convierten en puertas de esperanza (Ose. 2: 15). 2 CBA
El Señor siempre está dispuesto a luchar nuestras batallas y vencerlas.
Pero siempre debemos ser agradecidos cada día de nuestras vidas. Pero hay momentos que marcan nuestras vidas. Y fue tan cruenta la lucha y que necesitamos marcarlo en nuestro diario, para así recordarlo vez tras vez y no olvidar lo que hizo por nosotros el Señor. Es fácil después de haber salido de una situación crítica olvidar. Es parte de nuestra naturaleza. Pero recordar es volver a vivir las bendiciones de liberación de nuestro Dios y salvador.
“Al recapacitar en nuestra historia pasada, habiendo recorrido cada paso de su progreso hasta nuestra situación actual, puedo decir: ¡Alabemos a Dios! …No tenemos nada que temer del futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido y sus enseñanzas en nuestra historia pasada”. CPI 654.
Ministerio Hno. Pio
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