martes, 21 de abril de 2020

162. EL INICIO DEL DECLIVE DE SAÚL.


8 Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. 9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz.  Y ofreció el holocausto. 10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. 11 Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho?  Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, 12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová.  Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. 13 Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. 14 Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó. 
1 Samuel 13.

EL VERDADERO SAÚL
*DESPUÉS de la asamblea de Gilgal, Saúl licenció el ejército que había acudido a su llamamiento para destruir a los amonitas.  Sólo retuvo una reserva de dos mil hombres que habían de permanecer apostados bajo su mando en Michmas, y mil hombres para que asistieran a su hijo Jonatán en Gabaa.  Esto fue un grave error.  Su ejército se había llenado de esperanza y ánimo con la victoria reciente; y si él hubiera procedido inmediatamente contra otras naciones enemigas de Israel, habría dado un golpe decisivo en pro de las libertades de la nación.
MIENTRAS TANTO, sus belicosos vecinos, los filisteos, estaban activos.  Aun después de la derrota de Eben-ezer, habían conservado algunos fortines en las colinas de la tierra de Israel; y ahora se establecieron en el mismo corazón del país.  En cuanto a facilidades, armas y equipo en general, los filisteos tenían una gran ventaja sobre Israel.  Durante el largo período de su opresión, habían procurado acrecentar su poder prohibiéndoles a los israelitas que practicaran el oficio de herreros, no fuera que se fabricaran armas de guerra.  Una vez hecha la paz, los hebreos hubieron de seguir acudiendo a las guarniciones filisteas para los trabajos de esa clase que necesitaban. 
DOMINADOS por el amor a la comodidad, y por el espíritu abyecto que creara la larga opresión, los hombres de Israel habían descuidado, en alto grado, el proporcionarse armas de combate.  En la guerra se usaban arcos y hondas, y los israelitas podían obtener estas cosas; pero ninguno de ellos, excepto Saúl y su hijo Jonatán, poseían una lanza o una espada. (1 Sam. 13: 22.)

Hasta el segundo año del reinado de Saúl no se hizo esfuerzo alguno por subyugar a los filisteos. El primer golpe fue 670 dado por Jonatán, el hijo del rey, que atacó y venció la fortaleza de Gabaa.  Los filisteos exasperados por la derrota que habían sufrido, se dispusieron a atacar con celeridad a Israel.
Saúl mandó entonces proclamar la guerra a son de trompeta en toda la tierra, para llamar a todos los hombres de guerra, inclusive las tribus de allende el Jordán, a fin de que se reunieran en Gilgal.  Esta orden y citación fue obedecida. Los filisteos habían reunido un enorme ejército en Michmas, "treinta mil carros, y seis mil caballos, y pueblo como la arena que está a la orilla de la mar en multitud." (1 Sam. 13: 5.) Cuando lo llegaron a saber Saúl y su ejército en Gilgal, el pueblo se atemorizó al pensar en las enormes fuerzas que habría de arrostrar en batalla.  No estaba preparado para ello, y muchos estaban tan aterrorizados que rehuían la prueba de un encuentro.  Algunos atravesaron el Jordán, en tanto que otros se escondieron en cuevas y hoyos, y entre las rocas que abundaban en aquella región.  A medida que se acercaba la hora de la batalla, el número de desertores aumentaba, y los que no se habían retirado de sus puestos estaban llenos de temor y de presentimientos desfavorables.

CUANDO SAÚL FUE UNGIDO REY DE ISRAEL, había recibido de Samuel instrucciones precisas acerca de la conducta que debía seguir en esa ocasión.  "Bajarás delante de mi a Gilgal -le había dicho el profeta;- y luego descenderé yo a ti para sacrificar holocaustos, e inmolar víctimas pacíficas. Espera siete días, hasta que yo venga a ti, y te enseñe lo que has de hacer." (1 Sam. 10: 8.)

SAÚL ESTUVO AGUARDANDO UN DÍA TRAS OTRO, pero sin hacer esfuerzos decididos por animar al pueblo ni inspirarle confianza en Dios.  Antes que hubiera expirado el plazo señalado por el profeta, se impacientó por la tardanza, y se dejó desalentar por las circunstancias difíciles que le rodeaban.

En vez de procurar fielmente preparar al pueblo para el servicio que Samuel iba a celebrar, cedió a la incredulidad y los funestos presentimientos.

“BUSCAR A DIOS por medio del sacrificio era 671 una obra muy solemne e importante; y Dios exigía que su pueblo escudriñara sus corazones y se arrepintiera de sus pecados, para que la ofrenda le fuera aceptable y su bendición pudiera acompañar sus esfuerzos por vencer al enemigo”.

Pero Saúl se había vuelto inquieto; y el pueblo, en vez de confiar en Dios y en su ayuda, quería ser dirigido por el rey a quien había escogido.
Sin embargo, el Señor seguía interesándose en ese pueblo, y no lo entregó a los desastres que le habrían sobrevenido si el brazo frágil de la carne hubiera sido su único sostén. Lo puso en estrecheces para que pudiese convencerse de cuán insensato es fiar en el hombre, y para que se volviera a él como a su única fuente de auxilio.

Había llegado la hora de la prueba para Saúl.  Debía él demostrar si quería o no depender de Dios y esperar con paciencia en conformidad con su mandamiento, revelando así si era hombre en quien Dios podía confiar como soberano de su pueblo en estrecheces, o si iba a vacilar y revelarse indigno de la sagrada responsabilidad que había recaído en él.

¿ESCUCHARÍA el rey escogido por Israel al Soberano de todos los reyes? ¿Dirigiría él la atención de sus soldados pusilánimes hacia Aquel en quien hay fuerza y liberación sempiternas?

Con impaciencia creciente esperaba Saúl la llegada de Samuel, y atribuía la confusión, la angustia y la deserción de su ejército a la ausencia del profeta. Llegó el momento señalado, pero el varón de Dios no apareció inmediatamente. La providencia de Dios había detenido a su siervo. PERO EL ESPÍRITU INQUIETO e impulsivo de Saúl no pudo ser refrenado por más tiempo. 

CREYENDO que debía hacerse algo para calmar los temores del pueblo, resolvió convocar una asamblea para el servicio religioso, e implorar la ayuda divina mediante el sacrificio.

Dios había ordenado que sólo los que habían sido consagrados para el servicio divino podían presentarle los sacrificios.  Pero Saúl mandó: "Traedme holocausto y sacrificios pacíficos" (1 Samuel 13, 14), 
y así como estaba, 672 equipado con su armadura y sus armas de guerra, se acercó al altar y ofreció el sacrificio delante de Dios.
"Y como él acababa de hacer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl le salió a recibir para saludarle." Samuel vio en seguida que Saúl había obrado contrariamente a las instrucciones expresas que se le habían dado.  El Señor había dicho por medio del profeta que en esa ocasión revelaría lo que Israel debía hacer en esta crisis.  Si Saúl hubiera cumplido las condiciones bajo las cuales se prometió la ayuda divina, el Señor habría librado maravillosamente a Israel mediante los pocos que permanecieran fieles al rey.  
PERO SAÚL estaba tan satisfecho de sí mismo y de su obra, que fue al encuentro del profeta como quien merecía alabanza y no desaprobación.
El semblante de Samuel estaba cargado de ansiedad y tribulación; pero a su pregunta: "¿Qué has hecho?" Saúl contestó excusando su acto de presunción y dijo: "Vi que el pueblo se me iba, y que tú no venías al plazo de los días, y que los Filisteos estaban juntos en Michmas, me dije: Los Filisteos descenderán ahora contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Esforcéme pues, y ofrecí holocausto.

"Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios, que él te había intimado; porque ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.  Mas ahora tu reino no será durable: Jehová se ha buscado varón según su corazón, al cual Jehová ha mandado que sea capitán sobre su pueblo.... Y levantándose Samuel, subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín."
O Israel debía dejar de ser el pueblo de Dios, o el principio en que se fundaba la monarquía debía mantenerse y la nación debía ser gobernada por un poder divino.  Si Israel quería pertenecer enteramente al Señor, si la voluntad de lo humano y de lo terrenal se mantenía en completa sujeción a la voluntad de Dios, él continuaría siendo el Soberano de Israel.  Sería él su defensa mientras el rey y el pueblo se condujeran como subordinados a Dios. 

Pero ninguna monarquía podía prosperar 673 en Israel si no reconocía en todas las cosas la autoridad suprema de Dios. Si en esta hora de prueba Saúl hubiera demostrado alguna consideración por los requerimientos divinos, el Señor podría haber realizado su voluntad por medio de él.  Al fracasar entonces demostró que no era apto para desempeñar el cargo de vicegerente de Dios ante su pueblo.  Más bien descarriaría a Israel. 
SU VOLUNTAD, Y NO LA VOLUNTAD DE DIOS, 
SERÍA EL PODER DOMINADOR. 
Si Saúl hubiera sido fiel, su reino se habría afirmado para siempre; pero en vista de que había fracasado, el propósito de Dios debía ser alcanzado por medio de otro.  El gobierno de Israel debía ser confiado a quien gobernara al pueblo de acuerdo con la voluntad del Cielo.

NO SABEMOS CUÁLES SON LOS GRANDES INTERESES que pueden hallarse en juego cuando Dios nos prueba.  No hay seguridad excepto en la obediencia estricta a la palabra de Dios.  Todas sus promesas se han hecho bajo una condición de fe y obediencia, y el no cumplir sus mandamientos impide que se cumplan para nosotros las abundantes provisiones de las Escrituras. 

No debemos seguir nuestros impulsos, ni depender de los juicios de los hombres; debemos mirar a la voluntad revelada de Dios y andar de acuerdo con sus mandamientos definitivos, cualesquiera que sean las circunstancias.

 Dios se hará cargo de los resultados; mediante la fidelidad a su palabra podemos demostrar en la hora de las pruebas, delante de los hombres y de los ángeles, que el Señor puede confiar en que aun en lugares difíciles cumpliremos su voluntad, honraremos su nombre, y beneficiaremos a su pueblo. PPEGW

·       SAÚL estaba emocionado por el éxito inmediato en su vida. Primero al ser ungido rey y la consiguiente prueba de que Dios los guiaba, al darle éxito en muchos de sus emprendimientos. Y fue tanta su alegría que después de la derrota de los amonitas. Mostró un espíritu perdonador y conciliador. 
Hasta ahí, todo bien.
·       Como en toda relación matrimonial, la emoción, el romanticismo, la hilaridad… tiene poca duración. Hasta que sale la verdadera personalidad y carácter de los contrayentes.  Que prueban, Si será duradero el amor o solo un grato recuerdo.
·       La relación con Dios es parecida. Y Saúl que tenía más en contra que a favor en relación a su carácter. 
No fortaleció esas partes flacas de su ser con el poder de Dios. dejó de vigilar y orar como debe ser.
·       Lo mismo pasa en nuestra vida cristiana. Vivimos sin pensar o ignoramos voluntariamente, de que nuestra naturaleza caída al entregarnos al Señor no desaparece, solo está durmiendo o muerto momentáneamente. Y cuando lo alimentamos con lo que antes hacíamos y amábamos. Resucitará y tomará el control nuevamente. Y muchas veces el estado posterior es peor. Mateo 12:43-45.
·       Y eso le está sucediendo a Saúl. Ahora paulatinamente, si no cambia, su futuro es incierto. El primer paso ya lo dio, y Samuel ya le informó, que su reino seria dado a otro. Vers. 9-14.
·       Que lección para nosotros: “Que debemos vigilar y orar”. Algo más para estar firmes y no caer. Recordemos lo dijo nuestro Señor Jesús al respecto:
21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Mateo 6.

Y Apóstol Inspirado por el Espira Santo Dice: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios”. 1 Corintios 10:21.
Hay una ley espiritual y mental: 
“Que nos transformaos a los que nos gusta contemplar y amar”
Por tanto “Cultivad vuestros talentos con fervor perseverante.  
EDUCAD y DISCIPLINAD la mente POR EL ESTUDIO,
 LA OBSERVACIÓN y la REFLEXIÓN en LA PALABRA 
DE DIOS.  
No podéis encontraros con la mente de Dios 
a menos que pongáis en uso toda facultad”.  1MCP
 Es nuestra la decisión, 
si seremos ignorantes y analfabetos espirituales o ilustrados. 
Dios nos ayude, a hacer de él; el centro de nuestra vida. Amen. 
Ministerio Hno. Pio

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