domingo, 29 de septiembre de 2019

146. EL CANTO DE AGRADECIMIENTO DE ANA.


1 Samuel Capitulo 2:1-10.

*ANA SE REGOCIJA EN JEHOVÁ.
1 Y ANA oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación. 2 No hay santo como Jehová; Porque no hay ninguno fuera de ti, Y no hay refugio como el Dios nuestro. 2:1-2

*Esta segunda visita a Silo fue del todo diferente de la registrada en el cap. 1. En la primera visita Ana suplicó angustiada en favor de sí misma.  La segunda fue un gran canto de alabanza.  Como resultado de su plena entrega al Señor, estaba feliz por el privilegio de devolver a su Creador lo que él le había dado.  Al hacer esto, experimentó el gozo supremo, pues ¿acaso no había aprendido a apreciar la amante bondad divina en una forma nueva?  Ella ensalzó a Dios como el autor de la misericordia revelada en su compasión por los desvalidos.  Obtuvo una nueva visión del poder de Dios, cuyo dominio sobre las fuerzas ocultas de la naturaleza era ahora evidente en su silenciosa acción para contrarrestar las fuerzas del mal que la desanimaban y podrían derrotarla, y que además había hecho que un ambiente negativo contribuyera inmensurablemente a la profundidad y plenitud de su gozo.  Entendió de un modo nuevo el pacto hecho con sus antepasados: que los hijos de Dios llegarían a ser una bendición para todas las naciones.  El himno de gozo de Ana fue una profecía referente a David y al Mesías (PP 617).

La experiencia de Ana puede haber resultado en la bendición máxima manifestada en la vida de Penina.  Dios anhelaba salvar tanto a Penina como a Ana. ¿Cómo podía realizar esto en una forma más eficaz que mostrando el ensalzamiento de un alma que confiaba en él y que no pagaba mal por mal?  Tal fue el método de Cristo al tratar de salvar a Simón el leproso: hacer notar la bendición que podía recibir María Magdalena (Mar. 14: 3-9; Luc. 7: 37-50).  Simón aprendió su lección, y se convirtió en un ferviente discípulo (DTG 520, 521). ¿Aprendió su lección Penina?

CESEN LAS PALABRAS ARROGANTES.
3 No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y a él toca el pesar las acciones. 4 Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los débiles se ciñeron de poder. 5 Los saciados se alquilaron por pan, Y los hambrientos dejaron de tener hambre; Hasta la estéril ha dado a luz siete, Y la que tenía muchos hijos languidece. 6 Jehová mata, y él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir. 2:3-6.

*Ana podría haber sentido que personalmente superaba a Penina en vista de la maravillosa experiencia que le había sobrevenido.  Sin embargo, ¿acaso las palabras de estos versículos no indican más bien que el anhelo de Ana era que su rival pudiera ver la belleza de una entrega plena a Dios y comprendiera la inutilidad de la arrogancia?  Ciertamente, nadie podría acusar a Ana de una actitud farisaica para con Penina después de la forma en que Dios había vindicado su humilde consagración.  Si Cristo tuvo lágrimas en la voz mientras pronunciaba sus ayes sobre los fariseos (CC 12; DTG 571, 572), el espíritu de abnegación de Ana al entregar a Samuel al Señor, ¿no habrá tocado el corazón de Penina de tal manera que pudiese comprender de una forma nueva el modo en que Dios justiprecia las acciones?

El permite que los que -como Penina- se sienten autosuficientes cosechen el fruto de su propio egoísmo, que es muerte espiritual.
Pero él puede dar vida aun a los que están espiritualmente muertos.  Cristo brindó a Judas las mismísimas oportunidades que ofreció a Pedro.  Sin embargo, uno se entregó y el otro no.  He ahí la diferencia decisiva.

JEHOVÁ EMPOBRECE Y ENRIQUECE
7 Jehová Empobrece, Y Él Enriquece; Abate, Y Enaltece. 2:7.

Empobrece, y él enriquece.
Ana reconoció que había sido salvada del oprobio por Dios, quien la había ensalzado muy por encima de las mofas de Penina.

El pesar de los días pretéritos se había convertido en un encumbramiento en el Señor.  La oración de súplica había dado lugar a la alabanza por la fortaleza divina.  Abría ahora los labios, una vez cerrados en silencioso sufrimiento, para ensalzar el omnímodo poder de Dios.  Pensó en su caso como en un símbolo del triunfo logrado por Dios para su pueblo, tanto individual como colectivamente.  Halló inspiración para cantar muy por encima de los alcances de su propia experiencia y, bajo la dirección del Espíritu Santo, anticipó el gozo de los redimidos cuando estén sobre el mar de vidrio con un "cántico nuevo" en los labios (Apoc. 14: 3).  El gozo que experimentó Ana no fue un deleite egoísta, sino una comprensión magnificada del carácter de Dios.  Se asemejaba al gozo que hizo que los "hijos de Dios" lo alabaran por la creación del mundo (Job 38: 7), o al que experimentaron los israelitas cuando aclamaron al Señor después de ser liberados de las huestes egipcias en el mar Rojo, o al que expresó la hueste angelical cuando nació Cristo: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!"(Luc. 2: 14).  Las mofas y aflicciones sufridas en el hogar fueron precisamente el ambiente en el cual una visión tal de la salvación de Dios pudiera desarrollarse de tal modo que produjese un cielo en la tierra.  Ana llevaba el cielo en el corazón pues había aprendido a amar al mundo como Cristo lo ama (ver DTG 298, 596).

EL LEVANTA DEL POLVO AL POBRE
8 El levanta del polvo al pobre, Y del muladar exalta al menesteroso, Para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él afirmó sobre ellas el mundo. 9 El guarda los pies de sus santos, Más los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su propia fuerza. 2:8,9.

*El alma cristiana, consciente siempre de su impotencia, mediante el poder de Dios se eleva por encima de las fuerzas del egoísmo.  Ceñida con la fortaleza de lo alto, un alma tal vence las dudas pasadas, los temores y las tentaciones.  La victoria ocupa el lugar de 462 la derrota, y en la plenitud de gozo el alma se forma a la imagen de Cristo.

JEHOVÁ DARÁ PODER A SU REY Y A SU UNGIDO.
10 Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos; Jehová juzgará los confines de la tierra, Dará poder a su Rey, Y exaltará el poderío de su Ungido. 1 Samuel 2:10

*Durante años Ana había estado viendo como en un espejo, oscuramente (1 Cor. 13: 12), pero ahora con mirada profética habla de su fe en el triunfo final y completo de Cristo.  Así como Dios ha ensalzado el "poderío" de ella, también ensalzará el "poderío" de su Ungido (ver Fil. 2: 9- 11).

¿Por qué muchos de los que viven en esta última generación no permiten que el Señor los eleve en medio de su ambiente desfavorable para que, como Ana, le canten un himno de alabanza y agradecimiento en el mar de vidrio? (Apoc. 14: 3).  CBA

¿Qué lecciones más podemos sacar de esta bella historia, de un cántico triunfal?
La biblia contiene un arca de tesoros que nunca se agotan, no se agotan porque es palabra de un Dios eterno e infinito. 
Por eso a pesar que ya se dijo mucho. Aun podemos decir: “Que Ana llegó a la madurez en su fe, porque solo los que llegan a la conversión plena pueden decir lo que dijo. 
- Solo la madurez, puede hacer que cumpla lo que prometió. Llevando a su hijo; su único, al Santuario y dejarlo allí para siempre. 
Solo la madurez, puede actuar como actuó contra su enemiga. 
Solo en la madurez, pudo ser usada por el Espíritu y proyectarse al futuro bendecido de su pueblo, y consiguiente llegada del por siglos esperado. el Mesías, Cristo Jesús. 
Solo la madurez, agradece a Dios, cuando llega el éxito. Por qué no es su éxito, si no del Señor. Amen.
Ministerio Hno. Pio

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