Veremos en esta oportunidad lo que dice la palabra de Dios en la biblia, y en el Espíritu de Profecía al respecto.
I. LO QUE LA PALABRA DE DIOS DICE EN LA BIBLIA.
A. SOBRE LA JUSTIFICACIÓN O SALVACIÓN POR MEDIO DE LA FE.
20 porque por las obras de la ley nadie será justificado ante él, ya que la ley sólo lleva a más conocimiento del pecado. (Rom 3:20 CAB).
16 Pero sabiendo que el hombre no se justifica por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la ley, ya que por las obras de la ley nadie será justificado. (Gal 2:16 CAB).
11 Ahora bien, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque «el justo vivirá por la fe». (Gal 3:11 NVI).
24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. 27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. 29 ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. 30 Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. 31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley. (Rom 3:24-31 R60).
1 Así, pues, habiendo sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, 2 mediante el cual hemos obtenido por la fe incluso el acceso a esta gracia, en la que nos mantenemos firmes, nos sentimos gozosamente seguros en la esperanza de la gloria de Dios. (Rom 5:1-2 CAB).
11 Y esto erais algunos; pero fuisteis lavados, fuisteis consagrados a Dios pero fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. (1Co 6:11 CAB).
24 Así, pues, la ley nos sirvió de ayo hasta llevarnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. (Gal 3:24 CAB).
Ahora que por su sangre hemos sido justificados, seremos salvados de la ira gracias a su mediación. (Rom 5:9 CAB).
7 para que, justificados por su gracia, seamos, como esperamos, herederos de una vida eterna. 8 He aquí una afirmación digna de crédito, y quiero que tú la mantengas con tesón: que los que han creído en Dios se comprometan a sobresalir en obras buenas. Esto es bueno y provechoso a los hombres. 9 Por el contrario, procura evitar cuestiones estúpidas, genealogías, polémicas y controversias en torno a la ley, que carecen totalmente de utilidad y de sentido. (Tit 3:7-9 CAB).
1Hermanos, el anhelo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para que alcancen salvación. 2 Pues doy testimonio en favor de ellos: tienen celo por Dios, pero no acorde con un verdadero conocimiento. 3 No reconocen que la justicia viene de Dios y procuran establecer la suya propia, de modo que no se han sometido a esa justicia de Dios. 4 Porque la finalidad de la ley es Cristo, para justificar a todo el que cree. 5 Moisés, en efecto, escribe acerca de la justicia procedente de la ley: El que la practique vivirá gracias a ella. 6 Pero la justicia que procede de la fe habla así: " No te preguntes: ¿quién subirá al cielo?" -es decir, para hacer bajar a Cristo-; 7 o "¿quién bajará al abismo?" -es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos-. 8 ¿Qué dice, pues? La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón; esto es, la palabra de la fe que proclamamos. 9 Porque si confiesas con tus labios que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. 10 Pues creerlo con el corazón conduce a justicia y confesarlo con los labios conduce a salvación. 11 Por eso dice la Escritura: Ninguno de los que creen en él quedará defraudado. 12 Pues no hay diferencia entre judío y griego, ya que uno mismo es el Señor de todos, que prodiga sus riquezas para con todos los que lo invocan; 13 y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. (Rom 10:1-13 CAB).
B. SOBRE LA JUSTIFICACIÓN O SALVACIÓN POR MEDIO DEL BAUTISMO.
16 El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. (Mar 16:16 NVI).
26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. 28 Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa. (Gal 3:26-29 R60).
C. SOBRE LA JUSTIFICACIÓN O SALVACIÓN POR MEDIO DE LA FE QUE OBRA.
20 ¿Más quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Santiago 2:20-26 R60).
D. SOBRE LA JUSTIFICACIÓN O SALVACIÓN POR MEDIO DE LA LEY.
13 Porque, ante Dios, no son justos los que meramente oyen la ley, sino que serán justificados quienes la cumplen. (Rom. 2:13 CAB).
16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 25 Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 26 Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible. (Mat 19:16-26 R60).
25 Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? 26 Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? 27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 28 Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. (Luc. 10:25-28 R60).
10 y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. 11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. 12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar. 13 Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, 14 entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado. (Isa. 58:10-14 R60).
14 Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad. (Apoc. 22:14 SRV).
E. SOBRE LA JUSTIFICACIÓN O SALVACIÓN POR MEDIO DE LA LEY ESCRITO EN LA CONCIENCIA.
14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio. (Rom. 2:14-16 R60).
- Hasta aquí hemos visto y leído sobre lo que dice la Biblia, acerca de la salvación. A estas alturas te estarás preguntando, ¿será que la biblia se contradice? o ¿Realmente existen varias formas de salvarme? ¡Ojo! ¡Formas No!, ¡Medios de Salvación!, pero todo unido en Cristo, Sin Cristo no tienen valor nuestra fe y tampoco nuestras obras o justicias (La justicia es la práctica del bien, y es por sus hechos por lo que todos han de ser juzgados. Nuestros caracteres se revelan por lo que hacemos. Las obras muestran si la fe es genuina o no. PVGM 254).
Porque asi fracasaron los judíos por ir por la obediencia a los ritos de la ley y la ley moral Sin Cristo. 30 ¿Pues qué diremos? Que los Gentiles que no seguían justicia, han alcanzado la justicia, es a saber, la justicia que es por la fe; 31 Más Israel que seguía la ley de justicia, no ha llegado a la ley de justicia. 32 ¿Por qué? Porque la seguían no por fe, mas como por las obras de la ley: por lo cual tropezaron en la piedra de tropiezo, 33 Como está escrito: He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo, y piedra de caída; Y aquel que creyere en ella, no será avergonzado. (Rom. 9:30-33 SRV).
12 Y no hay salvación en otro alguno, porque no se les ha dado a los hombres otro nombre bajo el cielo por el cual hayamos de salvarnos". (Hechos 4:12 CAB).
Entonces no es que la biblia se contradiga, los únicos que se contradicen son los que enseñan aisladamente cada tema mostrado sin los méritos de nuestro Salvador Jesucristo. En el medio sobre la ley escrito en la conciencia de la humanidad lejos del pueblo judío o cristiano. Hablamos de las personas que nunca conocieron directamente a Dios por las palabras de Dios como nosotros, ellos tenían en sus conciencias escritos la voluntad de Dios, el vivir conforme a esta voluntad les daría la salvación.
El Ejemplo registrado en Mateo 25:31-46. El juicio a los gentiles o naciones. La gran pregunta de Jesús es: ¡Tuve Hambre! ¡Tuve Sed! ¡Estuve enfermo! ¡Estuve preso!… y que hiciste por mí, y lo que hiciste eso es determinante en tu salvación o perdición. Pero sin la sangre de Cristo tampoco sería factible este medio, pero como Jesús ya legalizó la salvación por su vida inmaculada y perfecta, muerte y resurrección, queda viable, para toda la humanidad que guardó su voluntad, su ley, copia fiel de su carácter.
II. CONSECUENCIAS DE LA SALVACION POR CREER SOLO POR LA FE O SOLO POR LOS MANDAMIENTOS, Y POR LA FE Y LOS MANDAMIENTOS JUNTOS, EN LA EXPERIENCIA PERSONAL DEL CRISTIANO Y LA IGLESIA.
A. EN LA SALVACIÓN SÓLO POR LA FE O SÓLO POR LOS MANDAMIENTOS.
- Será relativo en su adoración: Oración, Estudio de la palabra de Dios, relativo en su testificación personal, en su fidelidad sistemática, en su alimentación, en su vestimenta, en su recreación, como tal en toda su vida. Nada será absoluto. Gracias a este concepto tan facilista de la salvación, la cristiandad se ha secularizado…. fuera (cristianos evangélicos), y dentro del pueblo remanente. Y podría seguir hasta la apostasía total...
- En segundo lugar hablar sólo por la obediencia de los mandamientos como señal total de salvación, es olvidar el propósito de a quien se rinde adoración. La experiencia religiosa será mejor que la primera pero con un final mortal en que serán desechados como los judíos de antaño, que no alcanzaron salvación.
B. SALVACIÓN POR LA FE EN JESÚS Y LOS MANDAMIENTOS JUNTOS.
Los extremos nunca fueron el mejor camino. El Señor dice: Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Éste es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda. (Isa 30:21 SRV).
En Apocalipsis el libro final de toda la Biblia y del nuevo testamento o nuevo pacto. Se dice: Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús. (Apoc. 12:17 NVI). Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús. (Apoc.14:12 SRV). Siempre juntos Los Mandamientos y la Fe En Jesús, nunca separados.
- En Esta parte los cristianos levantarán en alto como su bandera el lema que tiene el Pueblo Remanente: "Preparando Un Pueblo Consagrado Para La Segunda Venida de Jesús"
- Manteniéndose sin macha del mundo. Santiago 1:27.
- Estamos en el mundo, pero no somos del mundo. No amará el mundo, ni lo que esta en ella....Juan 17:14-17; 1Juan 2:15-17.
- Llevará El mensaje de Salvación a toda la humanidad. Mat. 28:19; 24:14.
III). LO QUE LA PALABRA DE DIOS DICE EN LOS TESTIMONIOS DEL ESPÍRITU DE PROFECÍA.
A. SOBRE LA JUSTIFICACIÓN O SALVACIÓN POR MEDIO LA FE.
“La justicia por la cual somos justificados es imputada; la justicia por la cual somos santificados es impartida. La primera es nuestro derecho al cielo; la segunda nuestra idoneidad para el cielo” (MJ 32).
¿QUE ES LA FE?
La turba de curiosos que se apiñaban alrededor de Jesús no recibió fuerza vital alguna. Pero la enferma que lo tocó con fe, quedó curada. Así también en las cosas espirituales, el contacto casual difiere del contacto de la fe.
La mera creencia en Cristo como Salvador del mundo no imparte sanidad al alma. La fe salvadora no es un simple asentimiento a la verdad del Evangelio. La verdadera fe es la que recibe a Cristo como un Salvador personal.
Dios dio a su Hijo unigénito, para que yo, mediante la fe en él, "no perezca, mas tenga vida eterna." (San Juan 3:16, V.M). Al acudir a Cristo, conforme a su palabra, he de creer que recibo su gracia salvadora. La vida que ahora vivo, la debo vivir "en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí." (Gálatas 2:20.) Muchos consideran la fe como una opinión.
La fe salvadora es una transacción, por la cual los que reciben a Cristo se unen en un pacto con Dios.
Una fe viva entraña un aumento de vigor y una confianza implícita que, por medio de la gracia de Cristo, dan al alma un poder vencedor. La fe es más poderosa que la muerte para vencer. Si logramos que los enfermos fijen sus miradas con fe en el poderoso 41 Médico, veremos resultados maravillosos. Esto vivificará tanto al cuerpo como al alma. MC. 40, 41.
**La justicia es la práctica del bien, y es por sus hechos por lo que todos han de ser juzgados. Nuestros caracteres se revelan por lo que hacemos.
Las obras muestran si la fe es genuina o no. No es suficiente que creamos que Jesús no es un impostor, y que la religión de la Biblia no consiste en fábulas arteramente compuestas. Podemos creer que el nombre de Jesús es el único nombre debajo del cielo por el cual el hombre puede ser salvo, y sin embargo, no hacer de él, por la fe, nuestro Salvador personal.
No es suficiente creer la teoría de la verdad. No es suficiente profesar fe en Cristo y tener nuestros nombres registrados en el libro de la iglesia. "El que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado". "Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos".*1Juan 3:24; 2:3. Esta es la verdadera evidencia de la conversión.
No importa cuál sea nuestra profesión de fe, no nos vale de nada a menos que Cristo se revele en obras de justicia. La verdad ha de implantarse en el corazón. Ha de dominar la mente y los afectos. Todo el carácter debe ser amoldado por las declaraciones divinas. Cada jota y tilde de la Palabra de Dios ha de ser puesto en práctica en la vida diaria.
El que llegue a ser participante de la naturaleza divina 255 estará en armonía con la gran norma de justicia de Dios, su santa ley. Esta es la regla por la cual Dios mide las acciones de los hombres. Esta será la prueba del carácter en el juicio.
Hay muchos que aseveran que por la muerte de Cristo fue abrogada la ley; pero en esto contradicen las propias palabras de Cristo: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas... Hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley".*Mateo 5:17,18.
Cristo depuso su vida para expiar la transgresión que el hombre hiciera de la ley. Si la ley pudiera haber sido cambiada a puesta a un lado, entonces Cristo no habría necesitado ser muerto. Por su vida sobre la tierra, él honró la ley de Dios. Por su muerte, la estableció. El dio su vida como sacrificio, no para destruir la ley de Dios, no para crear una norma inferior, sino para que la justicia pudiera ser mantenida, para demostrar la inmutabilidad de la ley, para que permaneciera para siempre.
Satanás había aseverado que era imposible para el hombre obedecer los mandamientos de Dios; y es cierto que con nuestra propia fuerza no podemos obedecerlos. Pero Cristo vino en forma humana, y por su perfecta obediencia probó que la humanidad y la divinidad combinadas pueden obedecer cada uno de los preceptos de Dios. "A todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre".*Juan 1:12.
Este poder no se halla en el agente humano. Es el poder de Dios. Cuando un alma recibe a Cristo, recibe poder para vivir la vida de Cristo. Dios exige que sus hijos sean perfectos. Su ley es una copia de su propio carácter, y es la norma de todo carácter. Esta norma infinita es presentada a todos a fin de que no haya equivocación respecto a la clase de personas con las cuales Dios ha de formar su reino.
La vida de Cristo sobre la tierra fue una perfecta expresión de la ley de Dios, y 256 cuando los que pretenden ser hijos de Dios llegan a ser semejantes a Cristo en carácter, serán obedientes a los mandamientos de Dios.
Entonces el Señor puede con confianza contarlos entre el número que compondrá la familia del cielo. Vestidos con el glorioso manto de la justicia de Cristo, poseen un lugar en el banquete del Rey. Tienen derecho a unirse a la multitud que ha sido lavada con sangre.
El hombre que vino a la fiesta sin vestido de bodas representa la condición de muchos de los habitantes de nuestro mundo actual. Profesan ser cristianos, y reclaman las bendiciones y privilegios del Evangelio; no obstante no sienten la necesidad de una transformación del carácter. Jamás han sentido verdadero arrepentimiento por el pecado.
No se dan cuenta de su necesidad de Cristo y de ejercer fe en él. No han vencido sus tendencias heredadas o sus malos hábitos cultivados. Piensan, sin embargo, que son bastante buenos por sí mismos, y confían en sus propios méritos en lugar de esperar en Cristo. Habiendo oído la palabra, vinieron al banquete, pero sin haberse puesto el manto de la justicia de Cristo.
Muchos de los que se llaman cristianos, son meros moralistas humanos. Han rechazado el don que podía haberlos capacitado para honrar a Cristo representándolo ante el mundo. La obra del Espíritu Santo es para ellos una obra extraña. No son hacedores de la Palabra. Los principios celestiales que distinguen a los que son uno con el mundo, ya casi no se pueden distinguir.
Los profesos seguidores de Cristo no son más un pueblo separado y peculiar. La línea de demarcación es borrosa. El pueblo se está subordinando al mundo, a su prácticas, a sus costumbres, a su egoísmo. La iglesia ha vuelto al mundo en la transgresión de la ley, cuando el mundo debiera haber vuelto a la iglesia por la obediencia al Decálogo.
Diariamente, la iglesia se está convirtiendo al mundo. Todos éstos esperan ser salvos por la muerte de Cristo, 257 mientras rehúsan vivir una vida de sacrificio propio. Ensalzan las riquezas de la abundante gracia, y pretenden cubrirse con una apariencia de justicia, esperando ocultar sus defectos de carácter; pero sus esfuerzos serán vanos en el gran día de Dios.
La justicia de Cristo no cubrirá ningún pecado acariciado. Puede ser que un hombre sea transgresor de la ley en su corazón; no obstante, si no comete un acto exterior de transgresión, puede ser considerado por el mundo como un hombre de gran integridad. Pero la ley de Dios mira los secretos del corazón. Cada acción es juzgada por los motivos que lo impulsaron.
Únicamente lo que está de acuerdo con los principios de la ley de Dios soportará la prueba del juicio. Dios es amor. El mostró ese amor en el don de Cristo. Cuando él dio "a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna",*Juan 3:16. No le negó nada a su posesión adquirida. Dio todo el cielo, del cual podemos obtener fuerza y eficiencia, para que no seamos rechazados o vencidos por nuestro gran adversario.
Pero el amor de Dios no lo induce a disculpar el pecado. No lo disculpó en Satanás; no lo disculpó en Adán o en Caín; ni lo disculpará en ningún otro de los hijos de los hombres. El no tolerará nuestros pecados ni pasará por alto nuestros defectos de carácter. Espera que los venzamos en su nombre. Los que rechazan el don de la justicia de Cristo están rechazando los atributos del carácter que harían de ellos hijos e hijas de Dios. Están rechazando lo único que podría capacitarlos para ocupar un lugar en la fiesta de bodas.
En la parábola, cuando el rey preguntó: "¿Cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda?" el hombre quedó mudo. Así ocurrirá en el gran día del juicio. Los hombres pueden disculpar ahora sus defectos de carácter, pero en aquel día no tendrán excusas que presentar. 258
Las iglesias profesas de Cristo de esta generación disfrutan de los más altos privilegios. El Señor nos ha sido revelado con una luz cada vez mayor. Nuestros Privilegios son mucho más grandes que los del antiguo pueblo de Dios. No sólo poseemos la gran luz confiada a Israel, sino que tenemos la creciente evidencia de la gran salvación que nos ha sido traída por Jesucristo. Aquello que era tipo y símbolo para los judíos es una realidad para nosotros. Ellos tenían la historia del Antiguo Testamento; nosotros tenemos eso y también el Nuevo Testamento. Tenemos la seguridad de un Salvador que ha venido, que ha sido crucificado, que ha resucitado y que junto al sepulcro de José proclamó: "Yo soy la resurrección y la vida".
En virtud del conocimiento que poseemos de Cristo y su amor, el reino de Dios es puesto en medio de nosotros. Cristo nos es revelado en sermones y nos es cantado en himnos. El banquete espiritual nos es presentado con rica abundancia. El vestido de bodas, provisto a un precio infinito, es ofrecido gratuitamente a cada alma. Mediante los mensajeros de Dios nos son presentadas la justicia de Cristo, la justificación por la fe, y las preciosas y grandísimas promesas de la Palabra de Dios, el libre acceso al padre por medio de Cristo, la consolación del Espíritu y la bien fundada seguridad de la vida eterna en el reino de Dios. ¿Qué otra cosa podía hacer Dios que no haya hecho al proveer la gran cena, el banquete celestial? PVGM.
B. SOBRE LA JUSTIFICACIÓN O SALVACIÓN POR MEDIO DE LA LEY.
Y cuando la bendición eterna fue pronunciada sobre quienes habían honrado a Dios santificando su sábado, resonó un potente grito por la victoria lograda sobre la bestia y su imagen” (PE 34).
"A todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre".*Juan 1:12. Este poder no se halla en el agente humano. Es el poder de Dios. Cuando un alma recibe a Cristo, recibe poder para vivir la vida de Cristo. Dios exige que sus hijos sean perfectos. Su ley es una copia de su propio carácter, y es la norma de todo carácter. PVGM 255
El que es un fuego consumidor para los transgresores de su ley, es un seguro pabellón para su pueblo” (CS 712).
Bajo el nuevo pacto, las condiciones por las que se puede obtener la vida eterna son las mismas que bajo el antiguo: una obediencia perfecta. A Fin de Conocerle 300
LAS CLÁUSULAS DEL PACTO*
Si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos. Exo. 19: 5.
En el principio Dios dio su ley a la humanidad como medio de alcanzar felicidad y vida eterna. Los Diez Mandamientos, harás, no harás, son diez promesas seguras para nosotros si prestamos obediencia a la ley que gobierna el universo. "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14: 15). He aquí la suma y la sustancia de la ley de Dios.
Las bases de la salvación para cada hijo e hija de Adán se encuentran bosquejadas aquí... La ley de los diez preceptos del mayor amor que se le pueda presentar al hombre, es la voz de Dios procedente del cielo que formula al alma esta promesa: "Haz esto y no estarás bajo el dominio y la dirección de Satanás". No hay puntos negativos en esa ley, aunque así lo parezca. Es HAZ y vivirás.
La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal cual era en el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: perfecta obediencia a la ley de Dios, perfecta justicia.
Si la vida eterna se concediera con alguna condición inferior a ésta, peligraría la felicidad de todo el universo. Se le abriría la puerta al pecado con todo su séquito de dolor y miseria para siempre. Cristo no disminuye las exigencias de la ley. En un lenguaje inconfundible, presenta la obediencia a ella como la condición de la vida eterna: la misma condición que se requería de Adán antes de su caída... El requisito que se ha de llenar bajo el pacto de la gracia es tan amplio como el que se exigía en el Edén: la armonía con la ley de Dios, que es santa, justa y buena.
La norma de carácter presentada en el Antiguo Testamento es la misma que se presenta en el Nuevo Testamento. No es una medida o norma que no podamos alcanzar. Cada mandato o precepto que Dios da, tiene como base la promesa más positiva. Dios ha hecho provisión para que podamos llegar a ser semejantes a él, y cumplirá esto en favor de todos aquellos que no interpongan una voluntad perversa y frustren así su gracia. *Dios Nos Cuida 231
La ley de Dios es tan santa como él mismo. Es la revelación de su voluntad, el reflejo de su carácter, y la expresión de su amor y sabiduría. La armonía de la creación depende del perfecto acuerdo de todos los seres y las cosas, animadas e inanimadas, con la ley del Creador.
No sólo ha dispuesto Dios leyes para el gobierno de los seres vivientes, sino también para todas las operaciones de la naturaleza. Todo 35 obedece a leyes fijas, que no pueden eludirse. Pero mientras que en la naturaleza todo está gobernado por leyes naturales, solamente el hombre, entre todos los moradores de la tierra, está sujeto a la ley moral. Al hombre, obra maestra de la creación, Dios le dio la facultad de comprender sus requerimientos, para que reconociese la justicia y la benevolencia de su ley y su sagrado derecho sobre él; y del hombre se exige una respuesta obediente. PP.34,35.
¿QUIERES ENTRAR A LA VIDA? GUARDA LOS DIEZ MANDAMIENTOS.
Mientras iba por el camino, un joven príncipe vino corriendo hacia él, y arrodillándose, lo saludó con reverencia. "Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?" preguntó. El príncipe se había dirigido a Cristo meramente como a un honrado rabí, no discerniendo en él al Hijo de Dios. El Salvador dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es a saber, Dios". ¿En qué te basas para llamarme bueno? Dios es el único bueno. Si me reconoces a mí como tal, me debes recibir como su Hijo y Representante.
"Si quieres entrar en la vida -añadió-, guarda los mandamientos".
El carácter de Dios está expresado en su ley; y para que estés en armonía con Dios, los principios de su ley deben ser la misma fuente de cada acción tuya.
Cristo no disminuye las exigencias de la ley. En un 323 lenguaje inconfundible, presenta la obediencia a ella como la condición de la vida eterna: la misma condición que se requería de Adán antes de su caída. El Señor no espera menos del alma ahora que lo que esperó del hombre en el paraíso: perfecta obediencia, justicia inmaculada. El requisito que se ha de llenar bajo el pacto de la gracia es tan amplio como el que se exigía en el Edén: la armonía con la ley de Dios, que es santa, justa y buena. A las palabras: "Guarda los mandamientos", el joven respondió: "¿Cuáles?" Él pensaba que se refería a algunos preceptos ceremoniales; pero Cristo estaba hablando de la ley dada desde el Sinaí. Mencionó varios mandamientos de la segunda tabla del Decálogo, y entonces los resumió todos en el precepto: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". El joven respondió sin vacilación: "Todo esto guardé desde mi juventud: ¿qué más me falta?"
Su concepción de la ley era externa y superficial. Juzgado por una norma humana, él había conservado un carácter intachable. En alto grado, su vida externa había estado libre de culpa; ciertamente pensaba que su obediencia había sido sin defecto. Sin embargo, tenía un secreto temor de que no estuviera todo bien entre su alma y Dios. Esto fue lo que lo indujo a preguntar: "¿Qué más me falta?" "Si quieres ser perfecto -dicele Jesús-, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. Y oyendo el mancebo esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones".
El que se ama a sí mismo es un transgresor de la ley.
Jesús deseaba revelarle esto al joven, y le dio una prueba que pondría de manifiesto el egoísmo de su corazón. Le mostró la mancha de su carácter. El joven no deseaba mayor iluminación. Había acariciado un ídolo en el alma; el mundo era su dios. Profesaba haber guardado los mandamientos, pero carecía del principio que es el mismo espíritu y la vida de todos ellos. No tenía un verdadero amor 324 a Dios o al hombre. Esto significaba la carencia de algo que lo calificaría para entrar en el reino de los cielos. En su amor a sí mismo y a las ganancias mundanales estaba en desacuerdo con los principios del cielo. PVGM. 322- 325
¿Pero cuáles son los requisitos de nuestra ciudadanía?
"Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad" (Manuscrito 7a, 1896). A Fin de Conocerle 355
LA LEY Y EL EVANGELIO
Ningún hombre puede presentar correctamente la ley de Dios sin el Evangelio, ni el Evangelio sin la ley. La ley es el Evangelio sintetizado, y el Evangelio es la ley desarrollada. La ley es la raíz, el Evangelio su fragante flor y fruto. PVGM 99
La obediencia a los mandamientos de Dios es el precio del cielo, y la obediencia a los padres en el Señor es la lección importantísima que deben aprender los hijos (Manuscrito 12, 1896).
La obediencia a los mandamientos de Dios es el precio de la vida eterna. Hay una obra muy extensa e importante que cumplir en la humanidad caída. Esta es la verdadera interpretación de la conversión genuina. La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma. La respuesta a esta pregunta, según fue dada por el intérprete de la ley, comprende el deber total del hombre que está buscando la vida eterna. (Manuscrito 45, del 26 de julio de 1900, "¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?").
IV. CONCLUSIÓN FINAL.
No podemos hablar de salvación sectariamente, la salvación es un todo. Salvación por una fe que obra, obra = Obediencia a la ley de Dios, los 10 Mandamientos. Si Hablas de Jesús no puedes dejar de hablar de su ley, y si hablas de la ley no puede dejar de hablar de Jesús. Porque La ley o decálogo, es una copia fiel de su carácter, porque están santo como él mismo.
Entonces en las cartas de San Pablo y toda la biblia, se hablan de una justificación real, verdadera en Cristo Jesús que Justifica al Hombre, dependiendo en qué situación se encuentra, ya sea solo por la fe en el caso del ladrón en la cruz, o por la obediencia a sus mandamientos al joven rico si la obedecía y al resto de la humanidad pagana por la obediencia a su mandamientos escritos en sus conciencias en tiempo real y automático.
Por tanto a cada persona en toda su vida Dios les ha concedido la dirección y corrección de su Espíritu; dirección si eran aceptados los beneficiaria grandemente para vivir agradándole a pesar que nunca había oído hablar de él, del Dios Altísimo. Como el caso de Ciro, Rey Persa. Isa. 45:1-4. MINISTERIO HNO. PIO
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