Conocer
a Dios es trascendental para ser salvos. Porque solo los que son
conocidos por él; vivirán en su presencia para siempre.
En el transcurso del tema de hoy; iremos ampliando esta necesidad
básica, del verdadero cristiano.
43
No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen
fruto.
44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos
de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas.
45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el
hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la
abundancia del corazón habla la boca.
46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?
47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os
indicaré a quién es semejante.
48 Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y
puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río
dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba
fundada sobre la roca.
49 Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa
sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y
luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.(Lucas 6:43-49 R60).
*Cuando el joven pregunto: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
17
Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios.
Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le dijo:
¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás
falso testimonio…. (Mat 19:16-18 R60).
Podemos
tener un concepto correcto de lo que es ser bueno. Bueno es aquella
persona que permite que Dios more en su ser entero; y mora en su ser
entero porque guarda los mandamientos de Dios. Y su ley es la copia fiel
de su carácter, es la esencia de Dios. “Porque el ser humano se resume
en lo que es; en su carácter”.
Nos convertimos al Dios, a quien servimos y adoramos.
La bondad no es consecuencia del azar; es consecuencia de la presencia
permanente de Dios en nuestras vidas. Por eso es natural, dar buenos
frutos…
Entonces no nosotros; sino Jesús dice:
“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el
hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la
abundancia del corazón habla la boca”.
Y además redunda en la causa primaria:
“47
Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a
quién es semejante. 48 Semejante es al hombre que al edificar una casa,
cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una
inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo
mover, porque estaba fundada sobre la roca.
49 Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa
sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y
luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.(Lucas 6:47-49 R60).
La
gran diferencia en quien conoce y no a Dios; es quien le oye, y no solo
se queda en oír o creer; sino que avanzan al siguiente nivel; el nivel
ideal de la acción, el hacer, el obedecer.
Y el otro lado de la fe; es la obediencia a su ley. y de esa forma el
hombre Prudente construyo su fe en Jesús. Mat. 7:24-27; y al cimentar su
fe en Jesús, todo le salió para bien. Y fue salvo.
Jesús
vuelve a repetir como advertencia, como prevención al gran desastre de
estar desechados de su presencia.
Porque en aquel día final; cuando el Rey Jesús, emita la sentencia; los
perdidos, los cristianos ilegales, los que solo creyeron pero no
tuvieron fruto, por tener una religión más emocional que racional, (Ojo
es importante mezclar las dos, pero el conocimiento debe tener sujetos a
las emociones), reclamarán su sentencia, de porque son desechados de
vivir cerca de Jesús.
Y Jesús les da la causa: “Nunca os conocí” Nunca fueron hijos de Dios.
¡Nunca!
Estas palabras debería hacernos reflexionar sobre nuestra vida, ¿Cómo está nuestra fe?
¿Dios nos conoce?
21
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos
de mí, hacedores de maldad. (Mat 7:21-23 R60).
Muchos
hoy le dicen Señor, a Jesús; y él les responde con la pregunta: ¿Por
qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? (Lucas 6:46
R60).
Si
le decimos Señor, es porque le obedecemos. Sino oiremos su
desaprobación en aquel día, donde rendiremos nuestra vida entera. Una
Decisión que será inapelable.
Y
El Señor reclama hoy; mientras aún hay tiempo: “El hijo honra al padre,
y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y
si soy señor, ¿dónde está mi temor? (Mal .1:6 R60).
La Palabra temor está asociado a la obediencia a su ley.
“Vi
volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio
eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación,
tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle
gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que
hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. (Apoc.
14:6-7 R60).
¡Si
eres obediente a sus 10 Mandamientos; Dios te conoce y conoces a Dios
por esa fe que obra! ¡Lo conoces por experiencia diaria; Porque creces
cada día en su gracia! 1Juan 2:4.
El Señor acerca del Rey de Judá dice:
¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad,
sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su
trabajo!
Que dice: Edificaré para mí casa espaciosa, y salas airosas; y le abre
ventanas, y la cubre de cedro, y la pinta de bermellón.
¿Reinarás, porque te rodeas de cedro? ¿No comió y bebió tu padre, e hizo
juicio y justicia, y entonces le fue bien?
El juzgó la causa del afligido y del menesteroso, y entonces estuvo
bien. ¿No es esto conocerme a mí? dice Jehová. (Jer. 22:13-16 R60).
Entonces
conocer a Dios significa guardar sus mandamientos. De la que derivan 3
hebras: El Amor a Dios, Al Prójimo, Y A Uno Mismo.
El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el
amor. (Rom. 13:10 R60). Hno. Pio
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