Todos en mayor o menor grado, hemos pasado experiencias que han marcado nuestras vidas, y con razón y lógica tomamos posición de venganza que muchas veces se concretó en odiar al enemigo que nos afectó…
Odio que no le afectará en lo más mínimo al enemigo, más que a nosotros por tenerlo en nuestro ser.
El perdón es la mejor medicina para la salud, por eso Dios nos mandó que debamos tener la buena voluntad de perdonar. Para que todo nuestro ser física, mental y lo más importante la salud espiritual estén saludables y así estemos en armonía con Dios.
Un día conocí a una mujer, que de joven se había quedado viuda, y de cómo sacó adelante a sus hijos, sus hijos eran lo mejor que tenía y se sentía feliz. A medida que iban creciendo ella depositó toda la esperanza, y el mando del hogar en el hijo mayor.
“Nada se decidía en casa sin que él diera su visto bueno”.
Todo marchaba bien, hasta que el hijo mayor conoció a la mujer con la cual se casó.
Y ahí empezó la desdicha y el odio de esta mujer a la que llamaremos María a su nuera.
¡Nunca he visto a una mujer odiar tanto como María!
La Visite varias veces mientras estaba en su casa, pero nada podía hacerla cambiar, estaba como congelada en el odio. A raíz de esto... enfermo gravemente y la última vez que la vi fue en la cama de un hospital. No pasaba los 60 años de edad, pero parecía como de 80, totalmente demacrada, acabada.
Fue ahí que otra vez el Señor obró por la reconciliación, y esta vez, como presintiendo la muerte intentó perdonar “a la mujer que le había quitado a su hijo” lágrimas imperceptibles brotaban escasamente, como si se hubieran agotado en sus ojos, pero la vi derramar lágrimas breves, luego se abrazó con su nuera, y ella hizo lo mismo. Oramos al Señor por la confirmación de este milagro.
Y luego de corto tiempo descansó de toda sus penas, luchas, hasta el día en que el Señor Jesucristo la llame a la vida.
Es importante considerar que todos debemos entender que el primer deber que tenemos es con nuestro Creador, y en segundo lugar con nuestro prójimo y con nosotros mismos.
Éste principio nunca debemos olvidar, porque la vida nos pondrá a prueba indistintamente en mayor o menor grado, con problemas grandes o pequeños.
La capacidad de resiliencia que tengamos determinará nuestro éxito o dependencia oscura. Tener esperanza ante los problemas es la mayor capacidad de resistencia para soportar y sobreponerse a los retos de la vida.
Los que creen en Dios, están en ventaja porque ante la pruebas no están solos, Dios lucha a su lado.
La actitud de perdón debe estar presente en todo momento.
Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. (Rom 12:18-21 R60). Hno. Pio
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