No le darán gloria alguna las proezas encomiables que el hombre pueda realizar. Los hombres han caído en la costumbre de glorificar y exaltar a otros hombres.
Me estremezco cuando observo y oigo esta práctica, porque me han sido revelados no pocos casos en los cuales la vida familiar y la obra interior de los corazones de esos mismos hombres están llenos de egoísmo. Son corruptos, contaminados, viles; y nada que proviene de todas sus realizaciones puede elevarlos delante de Dios, porque todo lo que hacen es una abominación ante su mirada.
No puede haber verdadera conversión sin el abandono del pecado, y no se discierne el carácter detestable del pecado. Con una agudeza de percepción nunca alcanzada por la comprensión humana, ángeles de Dios observan que seres estorbados por influencias corruptoras, con almas y manos impuras, están decidiendo su destino por la eternidad; y sin embargo, muchos tienen escasa noción de lo que constituye el pecado y del remedio. 24
Oímos tantas cosas que se predican en relación con la conversión del alma que no son ciertas. Se enseña a los hombres a pensar que si un ser humano se arrepiente será perdonado, suponiendo que el arrepentimiento es el camino, la puerta para entrar en el cielo; que el arrepentimiento tiene un cierto valor seguro para conseguirle, el perdón.
Puede el hombre arrepentirse por sí mismo" No más de lo que puede perdonarse a sí mismo. Lágrimas, suspiros, resoluciones -- todo esto lo es sino el ejercicio apropiado de las facultades que Dios ha concedido al hombre, y apartamiento del pecado en la enmienda de una vida que es de Dios.
¿Dónde hay mérito en el hombre para ganar su salvación, o para poner delante de Dios algo que sea valioso o excelente?
¿Puede una ofrenda de dinero, casas o tierras colocarlo en la lista de los merecedores? ¡Imposible!
Es peligroso considerar que la justificación por la fe pone mérito en la fe. Cuando aceptamos la justicia de Cristo como un regalo, somos justificados gratuitamente mediante la redención de Cristo.
¿Qué Es Fe?
Es "La certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Heb. 11: 1). Es el asentimiento de la mente a las palabras de Dios, que ciñe el corazón en voluntaria consagración y servicio a Él, quien dio el entendimiento, enterneció el corazón, y tomó la iniciativa para atraer la mente a fin de que contemplara a Cristo en la cruz del Calvario.
La fe es rendir a Dios las facultades intelectuales, entregarle la mente y la voluntad, y hacer de Cristo la única puerta para entrar en el reino de los cielos.
Cuando los hombres comprenden que no pueden ganar la justificación por los méritos de sus propias obras, y con firme y completa confianza miran a Cristo como su única esperanza, no hay en sus vidas tanto del yo y tan poco de Jesús.
Las almas y los cuerpos están corrompidos y contaminados por el 25 pecado, el corazón está alejado de Dios; sin embargo, muchos luchan con su propia fuerza finita para ganar la salvación mediante buenas obras. Piensan que Jesús obrará parte de la salvación, pero que ellos deben hacer el resto. Los tales necesitan ver por fe la justicia de Cristo como su única esperanza para el tiempo y la eternidad. FO EGW MHP
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